
CATALINA SOBRE HAKUNA: "VIVIMOS LO QUE CANTAMOS Y CANTAMOS LO QUE VIVIMOS"
La joven argentina vive en Madrid desde hace dos años y participa activamente en Hakuna. En esta entrevista comparte cómo la música, la oración y la comunidad transforman su vida diaria.
Por: Valentín Ruocco
Catalina Felli vive en Madrid desde hace dos años y forma parte activa de Hakuna en la ciudad. En esta entrevista comparte cómo fue adaptarse a la comunidad española, la importancia de la música en su vida de fe y su visión sobre el futuro del movimiento.
Para quienes no conocen, ¿qué es Hakuna?
Hakuna es, para mí, una manera de vivir la fe muy concreta. Es seguir a Jesús en lo cotidiano, no solo en la misa del domingo. Lo hacemos a través de la eucaristía y de las horas santas, que son espacios que me van transformando de a poco. Mi fe se va encarnando en mi día a día: en mi trabajo, en mi manera de relacionarme con los demás. No es algo teórico, es muy práctico.
¿Cómo conociste Hakuna?
Lo conocí a través de un influencer que compartía su música. Me llamaban mucho la atención las letras, eran distintas a las canciones religiosas que había escuchado hasta ese momento: más directas, más sinceras. Empecé a investigar y descubrí que detrás de esa música había un movimiento entero, con personas que se reunían a rezar, a compartir y a vivir la fe de forma comunitaria. Eso me terminó de convencer para acercarme.
Catalina viajó por el mundo compartiendo la religión a través de rezos y
la música.
Foto: Cortesía de Catalina Felli.
¿Qué desafíos personales encontraste al mudarte a España y sumarte a Hakuna españa?
La verdad es que fue mucho más natural de lo que esperaba. Obviamente, mudarse de país siempre implica un proceso de adaptación —nueva ciudad, nuevas amistades, otro ritmo de vida—, pero en lo que respecta a Hakuna me sentí en casa desde el primer día. Mi estilo de vida era muy parecido y lo que vivo en Hakuna en Madrid es muy similar a lo que vivía en Buenos Aires. La diferencia más grande es la diversidad: en Argentina la mayoría son universitarios y en Madrid hay gente de todas las edades, familias, matrimonios, incluso personas mayores. Eso hace que la experiencia sea más rica, porque ves distintas etapas de la vida vividas desde el mismo espíritu.
La música es muy importante para Hakuna. ¿Qué significa para vos?
Es el lenguaje que nos une. La música en Hakuna no es solo un acompañamiento: es una forma de rezar, de expresar lo que sentimos y de vivir juntos la misma experiencia. Cuando cantamos todos lo mismo, se genera algo muy especial: estamos poniendo palabras a lo que vivimos. Además, la música es muy cuidada. No se trata de que suene bonito nada más, sino de que lo que decimos sea verdad. Por eso, cuando canto El abrazo —mi canción favorita—, siento de verdad que Jesús me abraza y que yo, a través de mi vida, puedo abrazar a los demás.
Además de la música, ¿cómo se combina la formación con la vida comunitaria?
Siempre hay una instancia de formación antes de la Hora Santa. Son charlas breves que ayudan a reflexionar y a conectar lo que vivimos con lo que creemos. Además, hay cursos y encuentros para profundizar en distintos temas de fe. Pero lo lindo es que no es algo obligatorio ni académico, sino que nace de las ganas de saber más. También la música ayuda en esa formación: las letras están muy pensadas y nos invitan a profundizar en su mensaje.
Participaste en “compartiriados” en varios países. ¿Qué tienen de especial?
Los compartiriados son de mis experiencias favoritas. Son viajes o escapadas donde la esencia es compartir la vida: desde cocinar juntos hasta rezar, charlar y jugar. Estuve en compartiriados en México, Colombia, Estados Unidos y hasta en Filipinas, y en todos encontré lo mismo: un ambiente de querer sin esperar nada a cambio. No es un “yo doy, vos das”, sino que simplemente estamos ahí para el otro. Esa lógica de gratuidad es muy liberadora.
En uno de los compartiriados,
Catalina conoció la India.
Foto: Cortesía de Catalina Felli.
Algunos piensan que Hakuna es solo música. ¿Qué les dirías?
Es una idea muy común, porque la música es lo que más se ve en redes sociales. Pero la música es apenas la punta del iceberg. Hakuna es comunidad, es formación, es vida compartida. Detrás de cada canción hay un grupo de personas que reza juntas, que se acompaña en sus dificultades y que celebra los momentos felices. Para entenderlo de verdad hay que animarse a vivirlo, no alcanza con escuchar un tema en Spotify.
¿Qué impacto esperás que tenga Hakuna en la sociedad?
No espero que sea algo masivo o que transforme el mundo de golpe, sino que cada persona que participa encuentre su lugar. Hoy en día hay una gran crisis de sentido, mucha gente desconoce su identidad y no reconoce el propósito de vivir. Si Hakuna ayuda a que alguien descubra quién es y lo que está llamado a hacer, ya es un impacto enorme. Porque cuando alguien vive desde ese lugar, cambia su entorno, su familia, su trabajo. Y si eso se multiplica, ¡Claro que puede prender fuego el mundo! en el mejor sentido.

